martes, 31 de octubre de 2017

CONDUCTISMO

EL INICIO DE LA TERAPIA CONDUCTISTA COMO DISCIPLINA CIENTÍFICA APLICADA A LA COMPRENSIÓN Y TRATAMIENTO DE LOS PROBLEMAS PSICOLÓGICOS, SE UBICA A COMIENZOS DEL SIGLO XX.
 WATSON NO NEGABA LA EXISTENCIA DE LOS FENÓMENOS PSÍQUÍCOS INTERNOS, PERO INSISTÍA EN QUE TALES EXPERIENCIAS NO PODÍAN SER OBJETO DE ESTUDIO CIENTÍFICO PORQUE NO ERAN OBSERVABLES. ESTE ENFOQUE ESTABA MUY INFLUIDO POR LAS INVESTIGACIONES PIONERAS DE LOS FISIÓLOGOS RUSOS IVÁN PÁVLOV Y VLADIMIR M. BEKHTEREV SOBRE EL CONDICIONAMIENTO ANIMAL. 
LA MENTE NO EXISTE. TODA ACTIVIDAD HUMANA INCLUYENDO PENSAMIENTOS Y EMOCIONES, SE PUEDEN EXPLICAR A TRAVÉS DE MOVIMIENTOS MUSCULARES O SECRECIONES GLANDULARES.  WATSON NEGABA EL PAPEL DE LA HERENCIA COMO DETERMINANTE DEL COMPORTAMIENTO.  CONSIDERABA QUE LA CONDUCTA SE ADQUIERE CASI EXCLUSIVAMENTE MEDIANTE EL APRENDIZAJE.
ALGUNOS FUNDAMENTOS       TEÓRICOS
 ESTUDIA EL COMPORTAMIENTO OBSERVABLE (CONDUCTAS).  NIEGA TODA POSIBILIDAD DE METODOS SUBJETIVOS.  CONSIDERA QUE A UN ESTIMULO LE SIGUE UNA RESPUESTA, SIENDO ESTA EL RESULTADO DE LA INTERACCION ENTRE EL ORGANISMO QUE RECIBE EL ESTIMULO Y EL MEDIO AMBIENTE
"CONDUCTISMO METODOLÓGICO"
 WATSON PROPUSO EL MÉTODO CIENTÍFICO EXPERIMENTAL YA QUE ERA EL ÚNICO VÁLIDO PARA  ANÁLIZAR Y MODIFICAR LA CONDUCTA:  OBJETO DE ESTUDIO DE LA PSICOLOGÍA  QUISO HACER CIENTÍFICO EL ESTUDIO DE LA PSICOLOGÍA EMPLEANDO SÓLO PROCEDIMIENTOS OBJETIVOS COMO LOS DE LAS CIENCIAS NATURALES PARA EL ESTUDIO DE LOS COMPORTAMIENTOS HUMANOS.  DE ESTA MANERA, SENTÓ LAS BASES DE LO QUE HOY CONOCEMOS COMO "CONDUCTISMO METODOLÓGICO", QUE SE FUE DESARROLLANDO CON EL CORRER DEL TIEMPO.
CONDUCTISMO  AUNQUE ACTUALMENTE EL CONDUCTISMO NO SE LIMITA AL ESTUDIO DE FENÓMENOS OBSERVABLES SINO QUE TAMBIÉN INCLUYE SUCESOS INTERNOS (PENSAMIENTOS, IMÁGENES), SE MANTIENE EL CRITERIO DE RELACIONAR LOS POSTULADOS TEÓRICOS CON LA CONDUCTA MANIFIESTA MEDIANTE UN ENFOQUE EXPERIMENTAL.

lunes, 30 de octubre de 2017

LOS INSTINTOS ANIMALES

  En los animales se habla de instintos y su característica principal es estar dirigidos al porvenir, pero no perciben conscientemente la meta ni el futuro como campo de acción de sus instintos. Los instintos están dirigidos hacia un fin sin que aparezcan en forma de representación consciente ni la meta ni el camino que a ella lleva.  El instinto sería la primera forma de comportamiento activo, en el cual tiene lugar una utilización del medio circundante al servicio de las tendencias.  
Los animales poseen un caudal mucho más rico de instintos que el hombre. El acto instintivo, desde el punto de vista humano, es una realización que sólo se comprende en virtud de un plan trazado previamente, que en el hombre exigiría una reflexión minuciosa y una planificación.  
A modo de ejemplo: la hembra del górgoro, cuando alcanza la madurez sexual emprende el vuelo y deposita sus huevos en la hoja de abedul.  Pero antes de depositar los huevos, corta la hoja y la enrolla en forma de cucurucho para que no se caigan. Otro ejemplo es el del pollito cuando sale de la cáscara y corretea, o el pato que nada desde el primer día. 
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En cambio en el hombre el comportamiento finalista deriva en su mayor parte de la inteligencia y la reflexión.  En los hombres se habla por lo tanto de motivos y tendencias en lugar de instintos.  
El comportamiento instintivo es innato y heredado, no requiere de ninguna reflexión, ni práctica ni aprendizaje. El animal sabe su acto instintivo sin haberlo aprendido, y sin haberlo ensayado y perfeccionado a través de éxitos y fracasos. Las acciones instintivas tienen una carácter estereotipado, son ejecutadas de un mismo modo por los individuos de una misma especie.  
El instinto se caracteriza por tres rasgos esenciales:  
a) Adecuación finalista biológica: con esto se refiere  a que                          está adaptado al servicio de  la conservación de la vida  
b) Constitución hereditaria:     es innato y heredado, es decir, que en la dotación del ser viviente ya figura en condiciones de utilización y no requiere por lo tanto, ninguna reflexión, siendo también superflua la práctica y el aprendizaje.  Como ya dijimos, el animal “sabe” su acto instintivo sin haberlo aprendido y sin haberlo ensayado ni perfeccionado a través de éxitos y fracasos.  
c) Carácter relativamente estereotipado:   son ejecutados de un mismo modo por  todos los individuos de la especie  en cuanto se dan como condición previa  en situaciones determinadas.  
Si bien el comportamiento instintivo es desencadenado por una situación típica determinada y transcurre en forma aproximadamente idéntica,  el acto instintivo no transcurre en cada caso en forma automáticamente idéntica, sino que presenta cierto margen de variabilidad.    
4.2 Tendencias   
Tanto los instintos como las tendencias se dirigen hacia la realización de un estado que aún no es.  Tiene una dimensión de futuro a diferencia de las emociones y sentimientos que se experimentan en el presente.  
Lersch define las tendencias como los procesos mediante los cuales intenta realizarse la vida humana. El que tenga una dinámica finalista apunta a que existe conocimiento del fin y comprensión de las circunstancias, a diferencia de los instintos.  Fenomenológicamente, la vida tendencial se constituye a partir de tres rasgos esenciales: 
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a) Estado fundamental de necesidad.   En la tendencia sentimos un estado de defecto, de necesidad, que queremos superar, ejemplo: hambre, sed, necesidad de estimación, poder.  
La necesidad impulsa a una persona a conducirse de una u otra manera,  actúa sobre la conciencia y nos estimula a la acción. La cualidad fundamental de las necesidades que sentimos consiste en que se actualizan con una inquietud que es sentida inmediatamente.   El statu-quo se experimenta como un déficit, y la tonalidad afectiva básica, nos impulsa a superarlo. Todas las vivencias pulsionales o tendencias se hallan matizadas por un todavía no, en cuya superación estriba el carácter dinámico propio de las vivencias.  b) Proyección sobre el futuro.  La vivencia pulsional o tendencia es un arco tendido entre el presente y el futuro, es decir se hallan dirigidas desde el presente hacia el futuro.Todas son una anticipación, una premonición del porvenir que naturalmente se percibe de un modo oscuro, difuso, informe, subjetivo y confuso, con la misma indeterminación con la que aquello por lo que se presenta no es conocido o visto.  Sin embargo se presiente y se busca.                                                                                                                        c) Dirección temática hacia un fin que debe ser realizado. La vivencia pulsional también está impelida por aquello a lo que se tiende.  Por lo tanto, apunta a una meta, es un hallarse-en-un camino hacia un fin. Por lo tanto,  la meta es el objeto de la vivencia pulsional.  La meta está representada por un objeto o un estado, el lograrla es también la satisfacción de una necesidad y representa un valor.  Es decir, los instintos, las tendencias, van dirigidas hacia un valor.  
Por lo tanto, las tendencias  serían los proceso mediante los cuales intenta realizarse la vida humana.  

viernes, 27 de octubre de 2017

AUDIO-CUENTO

Audio cuento WORD

“LAS 2 ESTRELLITAS”


Había una vez en un lugar muy lejano Vivian dos hermanitas que les decían estrellitas porque eran inseparables desde que falleció sus padres el hermanito tomo de la mano a su hermanita y le dijo  desde que nuestros padres fallecieron no hemos tenido una hora de felicidad nuestra tía nos pega mucho y nos da poca comida solo tenemos las madrugas de pan duro que sobran y hasta el perrito que está debajo de la mesa lo atiende mejor que a nosotros pues siempre le da un buen bocado Dios se apiade de nosotros si tan solo lo viera nuestra madre hermanita un día la  tía los encerró en un cuarto azotó la puerta muy fuerte y le puso llave afuera cuando sonaban las campanas era señal que toda la gente del pueblo se reunían de inmediato las estrellitas tomaron un palo y empezaron a golpear  la puerta hasta que salieron de ahí estuvieron caminando y caminando compran campos y pedregales y cuando empezaba a llover decía la hermanita es Dios y nuestros corazones  que lloran juntos hermanita en una tarde llegaron a un bosque tan fatigado a causa de dolor y de hambre y de largo camino que habían recorrido al anochecer se encontraron lobos en el camino y se escondieron en un árbol y no tardaron en quedarse dormiditos a la mañana siguiente al despertar el sol ya estaba muy fuerte de tantos fatigados que estaban ya les había dado sed se preguntaron si supiera de una fuentecita iría a beber respondieron al mismo tiempo parece que escucho el murmullo de una y levantándose tomando a su hermanito de la mano salieron en busca de la fuente pero la malvada de la tía era bruja y no les había pasado por alto la escapada de los niños deslizando solapadamente detrás de ellos como una bruja sabe hacerlo habían mojado todas las fuentes del bosque ellos tenían mucha sed buscaban agua para beber el hermanito dijo ala hermanita no te preocupes seguiré buscando agua el hermanito camino unos cuantos metros cuando de pronto escucho el ruido de una ardilla pero no la vio solo la escucho regreso muy triste con su hermanita porque no pudo conseguir agua  se sentó a un lado de ella y de pronto empezaron a caer unas bolas de los arboles al poco instante se dio cuenta que eran cocos y las aridillas les estaban compartiendo de sus comidas una de las ardillas bajo del árbol y les empezó hacer orificio a los cocos con sus enormes dientes y así los hermanitos pudieron tomar agua la hermanita dijo es mama pero se manifestó a través de la ardillita  y ellos dos por mucho tiempo volvieron a sonreír siguieron su camino y las ardillas las llevaron a un lugar escondido en el bosque todas las personas que vivían allí eran muy amables les dieron de comer y así un anciano muy sabio les dijo que, que  se quedaran con él unos días después la tía apareció en el bosque pero el anciano combatió a la bruja, la bruja aventó un hechizo  pero el anciano se cubrió con un espejo y regreso el hechizo convirtiéndola en un ave ella asustada voló y voló y nunca más se supo de ella y los niños volvieron hacer muy felices desde entonces FIN.

Audio Libro



(NO SE PUDO SUBIR, SIEMPRE MARCABA ERROR)

Fernando Savater Ética para Amador

Capítulo I
DE QUÉ VA LA ÉTICA
Hay ciencias que se estudian por simple interés de saber cosas nuevas; otras, para aprender una destreza que permita hacer o utilizar algo; la mayoría, para obtener un puesto de trabajo y ganarse con él la vida. Si no sentimos curiosidad ni necesidad de realizar tales estudios podemos prescindir tranquilamente de ellos. Abundan los conocimientos muy interesantes pero sin los cuales uno se las arregla bastante bien para vivir: yo, por ejemplo, lamento no tener ni idea de astrofísica ni de ebanistería, que a otros les darán tantas satisfacciones, aunque tal ignorancia no me ha impedido ir tirando hasta la fecha. Y tú, si no me equivoco, conoces las reglas del fútbol pero estás bastante pez en béisbol. No tiene mayor importancia, disfrutas con los mundiales, pasas olímpicamente de la liga americana y todos tan contentos. Lo que quiero decir es que ciertas cosas uno puede aprenderlas o no, a voluntad. Como nadie es capaz de saberlo todo, no hay más remedio que elegir y aceptar con humildad lo mucho que ignoramos. Se puede vivir sin saber astrofísica, ni ebanistería, ni fútbol, incluso sin saber leer ni escribir: se vive peor, si quieres, pero se vive. Ahora bien, otras cosas hay que saberlas porque en ello, como suele decirse, nos va la vida. Es preciso estar enterado, por ejemplo de que saltar desde el balcón de un sexto piso no es cosa buena para la salud; o de que una dieta de clavos (¡con perdón de los fakires!) y ácido prúsico no permite llegar a viejo. Tampoco es aconsejable ignorar que si uno cada vez que se cruza con el vecino le atiza un mamporro las consecuencias serán antes o después muy desagradables. Pequeñeces así son importantes. Se puede vivir de muchos modos pero hay modos que no dejan vivir. En una palabra, entre todos los saberes posibles existe al menos uno imprescindible: el de que ciertas cosas nos convienen y otras no. No nos convienen ciertos alimentos ni nos convienen ciertos comportamientos ni ciertas actitudes. Me refiero, claro está , a que no nos convienen si queremos seguir viviendo. Si lo que uno quiere es reventar cuanto antes, beber lejía puede ser muy adecuado o también procurar rodearse del mayor número de enemigos posible. Pero de momento vamos a suponer que lo que preferimos es vivir: los respetables gustos del suicida los dejaremos por ahora de lado. De modo que ciertas cosas nos convienen y a lo que nos 5 conviene solemos llamarlo «bueno» porque nos sienta bien; otras, en cambio, nos sientan pero que muy mal y a todo eso lo llamamos «malo». Saber lo que nos conviene, es decir: distinguir entre lo bueno y lo malo, es un conocimiento que todos intentamos adquirir —todos sin excepción— por la cuenta que nos trae. Como he señalado antes, hay cosas buenas y malas para la salud: es necesario saber lo que debemos comer, o que el fuego a veces calienta y otras quema, así como el agua puede quitar la sed pero también ahogarnos. Sin embargo, a veces las cosas no son tan sencillas: ciertas drogas, por ejemplo, aumentan nuestro brío o producen sensaciones agradables, pero su abuso continuado puede ser nocivo. En unos aspectos son buenas, pero en otros malas: nos convienen y a la vez no nos convienen. En el terreno de las relaciones humanas, estas ambigüedades se dan con aún mayor frecuencia. La mentira es algo en general malo, porque destruye la confianza en la palabra —y todos necesitamos hablar para vivir en sociedad— y enemista a las personas; pero a veces parece que puede ser útil o beneficioso mentir para obtener alguna ventajilla. O incluso para hacerle un favor a alguien. Por ejemplo: ¿es mejor decirle al enfermo de cáncer incurable la verdad sobre su estado o se le debe engañar para que pase sin angustia sus últimas horas? La mentira no nos conviene, es mala, pero a veces parece resultar buena. Buscar gresca con los demás ya hemos dicho que es por lo común inconveniente, pero ¿debemos consentir que violen delante de nosotros a una chica sin intervenir, por aquello de no meternos en líos? Por otra parte, al que siempre dice la verdad —caiga quien caiga— suele cogerle manía todo el mundo; y quien interviene en plan Indiana Jones para salvar a la chica agredida es más probable que se vea con la crisma rota que quien se va silbando a su casa. Lo malo parece a veces resultar más o menos bueno y lo bueno tiene en ocasiones apariencias de malo. Vaya jaleo. Lo de saber vivir no resulta tan fácil porque hay diversos criterios opuestos respecto a qué debemos hacer. En matemáticas o geografía hay sabios e ignorantes, pero los sabios están casi siempre de acuerdo en lo fundamental. En lo de vivir, en cambio, las opiniones distan de ser unánimes. Si uno quiere llevar una vida emocionante, puede dedicarse a los coches de fórmula uno o al alpinismo; pero si se prefiere una vida segura y tranquila, será mejor buscar las aventuras en el videoclub de la esquina. Algunos aseguran que lo más noble es vivir para los demás y otros señalan que lo más útil es lograr que los demás vivan para uno. Según ciertas opiniones lo que cuenta es ganar dinero y nada más, mientras que otros arguyen que el dinero sin salud, tiempo libre, afecto sincero o serenidad de ánimo no vale nada. Médicos respetables indican que renunciar al tabaco y al alcohol es un medio seguro de alargar la vida, a lo que responden fumadores y borrachos que con tales privaciones a ellos desde luego la vida se les haría mucho más larga. Etc. En lo único que a primera vista todos estamos de acuerdo es en que no estamos de acuerdo con todos. Pero fíjate que también estas opiniones distintas 6 coinciden en otro punto: a saber, que lo que vaya a ser nuestra vida es, al menos en parte, resultado de lo que quiera cada cual. Si nuestra vida fuera algo completamente determinado y fatal, irremediable, todas estas disquisiciones carecerían del más mínimo sentido. Nadie discute si las piedras deben caer hacia arriba o hacia abajo: caen hacia abajo y punto. Los castores hacen presas en los arroyos y las abejas panales de celdillas hexagonales: no hay castores a los que tiente hacer celdillas de panal, ni abejas que se dediquen a la ingeniería hidráulica. En su medio natural, cada animal parece saber perfectamente lo que es bueno y lo que es malo para él, sin discusiones ni dudas. No hay animales malos ni buenos en la naturaleza, aunque quizá la mosca considere mala a la araña que tiende su trampa y se la come. Pero es que la araña no lo puede remediar... Voy a contarte un caso dramático. Ya conoces a las termitas, esas hormigas blancas que en África levantan impresionantes hormigueros de varios metros de alto y duros como la piedra. Dado que el cuerpo de las termitas es blando, por carecer de la coraza quitinosa que protege a otros insectos, el hormiguero les sirve de caparazón colectivo contra ciertas hormigas enemigas, mejor armadas que ellas. Pero a veces uno de esos hormigueros se derrumba por culpa de una riada o de un elefante (a los elefantes les gusta rascarse los flancos contra los termiteros, qué le vamos a hacer). En seguida, las termitas-obrero se ponen a trabajar para reconstruir su dañada fortaleza a toda prisa. Y las grandes hormigas enemigas se lanzan al asalto. Las termitas-soldado salen a defender a su tribu e intentan detener a las enemigas. Como ni por tamaño ni por armamento pueden competir con ellas, se cuelgan de las asaltantes intentando frenar todo lo posible su marcha, mientras las feroces mandíbulas de sus asaltantes las van despedazando. Las obreras trabajan con toda celeridad y se ocupan de cerrar otra vez el termitero derruido... pero lo cierran dejando fuera a las pobres y heroicas termitas-soldado, que sacrifican sus vidas por la seguridad de las demás. ¿No merecen acaso una medalla, por lo menos? ¿No es justo decir que son valientes? Cambio de escenario, pero no de tema. En la Ilíada, Homero cuenta la historia de Héctor, el mejor guerrero de Troya, que espera a pie firme fuera de las murallas de su ciudad a Aquiles, el enfurecido campeón de los aqueos, aun sabiendo que éste es más fuerte que él y que probablemente va a matarle. Lo hace por cumplir su deber, que consiste en defender a su familia y a sus conciudadanos del terrible asaltante. Nadie duda de que Héctor es un héroe, un auténtico valiente. Pero ¿es Héctor heroico y valiente del mismo modo que las termitas-soldado, cuya gesta millones de veces repetida ningún Homero se ha molestado en contar? ¿No hace Héctor, a fin de cuentas, lo mismo que cualquiera de las termitas anónimas?

Capítulo II

ÓRDENES, COSTUMBRES Y CAPRICHOS
Te recuerdo brevemente donde estamos. Queda claro que hay cosas que nos convienen para vivir y otras no, pero no siempre está claro qué cosas son las que nos convienen. Aunque no podamos elegir lo que nos pasa, podemos en cambio elegir lo que hacer frente a lo que nos pasa. Modestia aparte, nuestro caso se parece más al de Héctor que al de las beneméritas termitas... Cuando vamos a hacer algo, lo hacemos porque preferimos hacer eso a hacer otra cosa, o porque preferimos hacerlo a no hacerlo. ¿Resulta entonces que hacemos siempre lo que queremos? Hombre, no tanto. A veces las circunstancias nos imponen elegir entre dos opciones que no hemos elegido: vamos, que hay ocasiones en que elegimos aunque preferiríamos no tener que elegir. Uno de los primeros filósofos que se ocupó de estas cuestiones, Aristóteles, imaginó el siguiente ejemplo. Un barco lleva una importante carga de un puerto a otro. A medio trayecto, le sorprende una tremenda tempestad. Parece que la única forma de salvar el barco y la tripulación es arrojar por la borda el cargamento, que además de importante es pesado. El capitán del navío se plantea el problema siguiente: «¿Debo tirar la mercancía o arriesgarme a capear el temporal con ella en la bodega, esperando que el tiempo mejore o que la nave resista?» Desde luego, si arroja el cargamento lo hará porque prefiere hacer eso a afrontar el riesgo, pero sería injusto decir sin más que quiere tirarlo. Lo que de veras quiere es llegar a puerto con su barco, su tripulación y su mercancía: eso es lo que más le conviene. Sin embargo, dadas las borrascosas circunstancias, prefiere salvar su vida y la de su tripulación a salvar la carga, por preciosa que sea. ¡Ojalá no se hubiera levantado la maldita tormenta! Pero la tormenta no puede elegirla, es cosa que se le impone, cosa que le pasa, quiera o no; lo que en cambio puede elegir es el comportamiento a seguir en el peligro que le amenaza. Si tira el cargamento por la borda lo hace porque quiere... y a la vez sin querer. Quiere vivir, salvarse y salvar a los hombres que dependen de él, salvar su barco; pero no quisiera quedarse sin la carga ni el provecho que representa, por lo que no se desprende de ella sino muy a regañadientes. Preferiría sin duda no verse en el trance de tener que escoger entre la pérdida de sus bienes y la pérdida de su vida. Sin embargo, no queda más remedio y debe decidirse: elegirá lo que quiera más, lo que crea más conveniente. 12 Podríamos decir que es libre porque no le queda otro remedio que serlo, libre de optar en circunstancias que él no ha elegido padecer. Casi siempre que reflexionamos en situaciones difíciles o importantes sobre lo que vamos a hacer nos encontramos en una situación parecida a la de ese capitán de barco del que habla Aristóteles. Pero claro, no siempre las cosas se ponen tan feas. A veces las circunstancias son menos tormentosas y si me empeño en no ponerte más que ejemplos con ciclón incorporado puedes rebelarte contra ellos, como hizo aquel aprendiz de aviador. Su profesor de vuelo le preguntó: «Va usted en un avión, se declara una tormenta y le inutiliza a usted el motor. ¿Qué debe hacer?» Y el estudiante contesta: «Seguiré con el otro motor.» «Bueno —dijo el profesor—, pero llega otra tormenta y le deja sin ese motor. ¿Cómo se las arregla entonces?» «Pues seguiré con el otro motor.» «También se lo destruye una tormenta. ¿Y entonces?» «Pues continúo con otro motor.» «Vamos a ver —se mosquea el profesor—, ¿se puede saber de dónde saca usted tantos motores?» Y el alumno, imperturbable: «Del mismo sitio del que saca usted tantas tormentas.» No, dejemos de lado el tormento de las tormentas. Veamos qué ocurre cuando hace buen tiempo. Por lo general, uno no se pasa la vida dando vueltas a lo que nos conviene o no nos conviene hacer. Afortunadamente no solemos estar tan achuchados por la vida como el capitán del dichoso barquito del que hemos hablado. Si vamos a ser sinceros, tendremos que reconocer que la mayoría de nuestros actos los hacemos casi automáticamente, sin darle demasiadas vueltas al asunto. Recuerda conmigo, por favor lo que has hecho esta mañana. A una hora indecentemente temprana ha sonado el despertador y tú, en vez de estrellarlo contra la pared como te apetecía, has apagado la alarma. Te has quedado un ratito entre las sábanas, intentando aprovechar los últimos y preciosos minutos de comodidad horizontal. Después has pensado que se te estaba haciendo demasiado tarde y el autobús para el cole no espera, de modo que te has levantado con santa resignación. Ya sé que no te gusta demasiado lavarte los dientes pero como te insisto tanto para que lo hagas has acudido entre bostezos a la cita con el cepillo y la pasta. Te has duchado casi sin darte cuenta de lo que hacías, porque es algo que ya pertenece a la rutina de todas las mañanas. Luego te has bebido el café con leche y te has tomado la habitual tostada con mantequilla. Después, a la dura calle. Mientras ibas hacia la parada del autobús repasando mentalmente los problemas de matemáticas —¿no tenías hoy control?— has ido dando patadas distraídas a una lata vacía de coca-cola. Más tarde el autobús, el colegio, etc. Francamente, no creo que cada uno de esos actos los hayas realizado tras angustiosas meditaciones: «¿Me levanto o no me levanto? ¿Me ducho o no me ducho? ¡Desayunar o no desayunar, ésa es la cuestión!» La zozobra del pobre capitán de barco a punto de zozobrar, tratando de decidir a toda prisa si tiraba por la borda la carga o no, se parece poco a tus soñolientas decisiones de esta mañana. Has actuado de manera casi instintiva, sin plantearte muchos problemas. En el fondo resulta lo más 13 cómodo y lo más eficaz, ¿no? A veces darle demasiadas vueltas a lo que uno va a hacer nos paraliza. Es como cuando echas a andar: si te pones a mirarte los pies y a decir «ahora, el derecho; luego, el izquierdo, etc.», lo más seguro es que pegues un tropezón o que acabes parándote. Pero yo quisiera que ahora, retrospectivamente, te preguntaras lo que no te preguntaste esta mañana. Es decir: ¿por qué he hecho lo que hice?, ¿por qué ese gesto y no mejor el contrario, o quizá otro cualquiera? Supongo que esta encuesta te indignará un poco. ¡Vaya! ¿Que por qué tienes que levantarte a las siete y media, lavarte los dientes e ir al colegio? ¿Y yo te lo pregunto? ¡Pues precisamente porque yo me empeño en que lo hagas y te doy la lata de mil maneras, con amenazas y promesas, para obligarte! ¡Si te quedases en la cama menudo jaleo te montaría! Claro que algunos de los gestos reseñados como ducharte o desayunar, los realizas ya sin acordarte de mí, porque son cosas que siempre se hacen al levantarse, ¿no?, y que todo el mundo repite. Lo mismo que ponerse pantalones en lugar de ir en calzoncillos, por mucho que apriete el calor... En cuanto a lo de tomar el autobús, bueno, no tienes más remedio que hacerlo para llegar a tiempo, porque el colegio está demasiado lejos como para ir andando y no soy tan espléndido para pagarte un taxi de ida y vuelta todos los días. ¿Y lo de pegarle patadas a la lata? Pues eso lo haces porque sí, porque te da la gana. Vamos a detallar entonces la serie de diferentes motivos que tienes para tus comportamientos matutinos. Ya sabes lo que es un «motivo» en el sentido que recibe la palabra en este contexto: es la razón que tienes o al menos crees tener para hacer algo, la explicación más aceptable de tu conducta cuando reflexionas un poco sobre ella. En una palabra: la mejor respuesta que se te ocurre a la pregunta «¿por qué hago eso?». Pues bien, uno de los tipos de motivación que reconoces es el de que yo te mando que hagas tal o cual cosa. A estos motivos les llamaremos órdenes. En otras ocasiones el motivo es que sueles hacer siempre ese mismo gesto y ya lo repites casi sin pensar, o también el ver que a tu alrededor todo el mundo se comporta así habitualmente: llamaremos costumbres a este juego de motivos. En otros casos —los puntapiés a la lata, por ejemplo— el motivo parece ser la ausencia de motivo, el que te apetece sin más, la pura gana. ¿Estás de acuerdo en que llamemos caprichos al por qué de estos comportamientos? Dejo de lado los motivos más crudamente funcionales, es decir los que te inducen a aquellos gestos que haces como puro y directo instrumento para conseguir algo: bajar la escalera para llegar a la calle en lugar de saltar por la ventana, coger el autobús para ir al cole, utilizar una taza para tomar tu café con leche, etc. Nos limitaremos a examinar los tres meros tipos de motivos, es decir las órdenes, las costumbres y los caprichos. Cada uno de esos motivos inclina tu conducta en una dirección u otra, explica más o menos tu preferencia por hacer lo que haces frente a las otras muchas cosas que podrías hacer.

Capítulo III
 HAZ LO QUE QUIERAS
Decíamos antes que la mayoría de las cosas las hacemos porque nos las mandan (los padres cuando se es joven, los superiores o las leyes cuando se es adulto), porque se acostumbra a hacerlas así (a veces la rutina nos la imponen los demás con su ejemplo y su presión —miedo al ridículo, censura, chismorreo, deseo de aceptación en el grupo,...— y otras veces nos la creamos nosotros mismos), porque son un medio para conseguir lo que queremos (como tomar el autobús para ir al colegio) o sencillamente porque nos da la ventolera o el capricho de hacerlas así, sin más ni más. Pero resulta que en ocasiones importantes o cuando nos tomamos lo que vamos a hacer verdaderamente en serio, todas estas motivaciones corrientes resultan insatisfactorias: vamos, que saben a poco, como suele decirse. Cuando tiene uno que salir a exponer el pellejo junto a las murallas de Troya desafiando el ataque de Aquiles, como hizo Héctor; o cuando hay que decidir entre tirar al mar la carga para salvar a la tripulación o tirar a unos cuantos de la tripulación para salvar la carga; o... en casos semejantes, aunque no sean tan dramáticos (por ejemplo sencillito: ¿debo votar al político que considero mejor para la mayoría del país, aunque perjudique con su subida de impuestos mis intereses personales, o apoyar al que me permite forrarme mas a gusto y los demás que espabilen?), ni órdenes ni costumbres bastan y no son cuestiones de capricho. El comandante nazi del campo de concentración al que acusan de una matanza de judíos intenta excusarse diciendo que «cumplió órdenes», pero a mí, sin embargo, no me convence esa justificación; en ciertos países es costumbre no alquilar un piso a negros por su color de piel o a homosexuales por su preferencia amorosa, pero por mucho que sea habitual tal discriminación sigue sin parecerme aceptable; el capricho de irse a pasar unos días en la playa es muy comprensible, pero si uno tiene a un bebé a su cargo y lo deja sin cuidado durante un fin de semana, semejante capricho ya no resulta simpático sino criminal. ¿No opinas lo mismo que yo en estos casos? Esto tiene que ver con la cuestión de la libertad, que es el asunto del que se ocupa propiamente la ética, según creo haberte dicho ya. Libertad es poder decir «sí» o «no»; lo hago o no lo hago, digan lo que digan mis jefes o los demás; esto me conviene y lo quiero, aquello no me conviene y por tanto no lo quiero. Libertad es 18 decidir, pero también, no lo olvides, darte cuenta de que estás decidiendo. Lo más opuesto a dejarse llevar, como podrás comprender. Y para no dejarte llevar no tienes más remedio que intentar pensar al menos dos veces lo que vas a hacer; sí, dos veces, lo siento, aunque te duela la cabeza... La primera vez que piensas el motivo de tu acción la respuesta a la pregunta «¿por qué hago esto?» es del tipo de las que hemos estudiado últimamente: lo hago por que me lo mandan, porque es costumbre hacerlo, porque me da la gana. Pero si lo piensas por segunda vez, la cosa ya varía. Esto lo hago porque me lo mandan, pero... ¿por qué obedezco lo que me mandan? ¿por miedo al castigo?, ¿por esperanza de un premio?, ¿no estoy entonces como esclavizado por quien me manda? Si obedezco porque quien da las órdenes sabe más que yo, ¿no sería aconsejable que procurara informarme lo suficiente para decidir por mí mismo? ¿Y si me mandan cosas que no me parecen convenientes, como cuando le ordenaron al comandante nazi eliminar a los judíos del campo de concentración? ¿Acaso no puede ser algo «malo» —es decir, no conveniente para mí— por mucho que me lo manden, o «bueno» y conveniente aunque nadie me lo ordene? Lo mismo sucede respecto a las costumbres. Si no pienso lo que hago más que una vez, quizá me baste la respuesta de que actúo así «porque es costumbre». Pero ¿por qué diablos tengo que hacer siempre lo que suele hacerse (o lo que suelo hacer)? ¡Ni que fuera esclavo de quienes me rodean, por muy amigos míos que sean, o de lo que hice ayer, antesdeayer y el mes pasado! Si vivo rodeado de gente que tiene la costumbre de discriminar a los negros y a mí eso no me parece ni medio bien, ¿por qué tengo que imitarles? Si he cogido la costumbre de pedir dinero prestado y no devolverlo nunca, pero cada vez me da más vergüenza hacerlo, ¿por qué no voy a poder cambiar de conducta y empezar desde ahora mismo a ser más legal? ¿Es que acaso una costumbre no puede ser poco conveniente para mí, por muy acostumbrada que sea? Y cuando me interrogo por segunda vez sobre mis caprichos, el resultado es parecido. Muchas veces tengo ganas de hacer cosas que en seguida se vuelven contra mí, de las que me arrepiento luego. En asuntos sin importancia el capricho puede ser aceptable, pero cuando se trata de cosas más serias dejarme llevar por él, sin reflexionar si se trata de un capricho conveniente o inconveniente, puede resultar muy poco aconsejable, hasta peligroso: el capricho de cruzar siempre los semáforos en rojo a lo mejor resulta una o dos veces divertido pero ¿llegaré a viejo si me empeño en hacerlo día tras día? En resumidas cuentas: puede haber órdenes, costumbres y caprichos que sean motivos adecuados para obrar, pero en otros casos no tiene por qué ser así. Sería un poco idiota querer llevar la contraria a todas las órdenes y a todas las costumbres, como también a todos los caprichos porque a veces resultarán convenientes o agradables.Pero nunca una acción es buena sólo por ser una orden, una costumbre o un capricho. Para saber si algo me resulta de veras conveniente o no tendré que examinar lo que hago más a fondo, razonando por mí mismo. Nadie puede ser libre en 19 mi lugar, es decir: nadie puede dispensarme de elegir y de buscar por mí mismo. Cuando se es un niño pequeño, inmaduro, con poco conocimiento de la vida y de la realidad basta con la obediencia, la rutina o el caprichito. Pero es porque todavía se está dependiendo de alguien, en manos de otro que vela por nosotros. Luego hay que hacerse adulto, es decir, capaz de inventar en cierto modo la propia vida y no simplemente de vivir la que otros han inventado para uno. Naturalmente, no podemos inventarnos del todo porque no vivimos solos y muchas cosas se nos imponen queramos o no (acuérdate de que el pobre capitán no eligió padecer una tormenta en alta mar ni Aquiles le pidió a Héctor permiso para atacar Troya...). Pero entre las órdenes que se nos dan, entre las costumbres que nos rodean o nos creamos, entre los caprichos que nos asaltan, tendremos que aprender a elegir por nosotros mismos. No habrá más remedio, para ser hombres y no borregos (con perdón de los borregos), que pensar dos veces lo que hacemos. Y si me apuras, hasta tres y cuatro veces en ocasiones señaladas. La palabra «moral» etimológicamente tiene que ver con las costumbres, pues eso precisamente es lo que significa la voz latina: mores, y también con las órdenes, pues la mayoría de los preceptos morales suenan así como «debes hacer tal cosa» o «ni se te ocurra hacer tal otra». Sin embargo, hay costumbres y órdenes —como ya hemos visto— que pueden ser malas, o sea «inmorales», por muy ordenadas y acostumbradas que se nos presenten. Si queremos profundizar en la moral de verdad, si queremos aprender en serio cómo emplear bien la libertad que tenemos (y en este aprendizaje consiste precisamente la «moral» o «ética» de la que estamos hablando aquí), más vale dejarse de órdenes, costumbres y caprichos. Lo primero que hay que dejar claro es que la ética de un hombre libre nada tiene que ver con los castigos ni los premios repartidos por la autoridad que sea, autoridad humana o divina, para el caso es igual. El que no hace más que huir del castigo y buscar la recompensa que dispensan otros, según normas establecidas por ellos, no es mejor que un pobre esclavo. A un niño quizá le basten el palo y la zanahoria como guías de su conducta, pero para alguien crecidito es más bien triste seguir con esa mentalidad. Hay que orientarse de otro modo. Por cierto, una aclaración terminológica. Aunque yo voy a utilizar las palabras «moral» y «ética» como equivalentes, desde un punto de vista técnico (perdona que me ponga más profesoral que de costumbre) no tienen idéntico significado. «Moral» es el conjunto de comportamientos y normas que tú, yo y algunos de quienes nos rodean solemos aceptar como válidos; «ética» es la reflexión sobre por qué los consideramos válidos y la comparación con otras «morales»que tienen personas diferentes. Pero en fin, aquí seguiré usando una u otra palabra indistintamente, siempre como arte de vivir. Que me perdone la Academia... Te recuerdo que las palabras «bueno» y «malo» no sólo se aplican a comportamientos morales, ni siquiera sólo a personas. Se dice, por ejemplo, que Maradona o Butragueño son futbolistas muy buenos, sin que ese calificativo tenga 20 nada que ver con su tendencia a ayudar al prójimo fuera del estadio o su propensión a decir siempre la verdad. Son buenos en cuanto futbolistas y como futbolistas, sin que entremos en averiguaciones sobre su vida privada. Y también puede decirse que una moto es muy buena sin que ello implique que la tomamos por la Santa Teresa de las motos: nos referimos a que funciona estupendamente y que tiene todas las ventajas que a una moto pueden pedirse. En cuestión de futbolistas o de motos, lo «bueno» —es decir, lo que conviene— está bastante claro. Seguro que si te pregunto, me explicas muy bien cuáles son los requisitos necesarios para que algo merezca calificación de sobresaliente en el terreno de juego o en la carretera. Y digo yo: ¿por qué no intentamos definir del mismo modo lo que se necesita para ser un hombre bueno? ¿No nos resolvería eso todos los problemas que nos estamos planteando desde hace ya bastantes páginas? No es cosa tan fácil, sin embargo. Respecto a los buenos futbolistas, las buenas motos, los buenos caballos de carreras, etc., la mayoría de la gente suele estar de acuerdo, pero cuando se trata de determinar si alguien es bueno o malo en general, como ser humano, las opiniones varían mucho. Ahí tienes, por ejemplo el caso de Purita: su mamá en casa la tiene por el no va más de la bondad, porque es obediente y modosita, pero en clase todo el mundo la detesta porque es chismosa y cizañera. Seguro que para sus superiores el oficial nazi que gaseaba judíos en Auschwitz era bueno y como es debido, pero los judíos debían tener sobre él una opinión diferente. A veces llamarle a alguien «bueno» no indica nada bueno: hasta el punto de que suelen decirse cosas como «Fulanito es muy bueno, ¡el pobre!» El poeta español Antonio Machado era consciente de esta ambigüedad y en su autobiografía poética escribió: «Soy en el buen sentido de la palabra bueno...» Se refería a que, en muchos casos, llamarle a uno «bueno» no indica más que docilidad, tendencia a no llevar la contraria y a no causar problemas, prestarse a cambiar los discos mientras los demás bailan, cosas así. Para unos, ser bueno significará ser resignado y paciente, pero otros llamarán bueno
La intervención psicopedagógica en nuestro país es poco conocida por no decir poco utilizada.  Las instituciones educativas públicas   y privadas mayormente, han cobijado a especialistas como educadores especiales, psicólogos, fonoaudiólogos, terapeutas ocupacionales, para el abordaje de aquellos niños que en comparación operativa con los niños de su misma edad y nivel académico, presentan un rendimiento diferente, ya sea  superior o inferior a la media. Este abordaje no es otro que el establecimiento de una evaluación e intervención que pueden tornarse fragmentadas por la mirada de las diferentes disciplinas. Normalmente esta posición hacia el estudiante  en general  es de carácter remedial, de apoyo, de acompañamiento, etc.  Lo típico no es un abordaje propositivo (tanto en el docente como en el alumno) de  una serie de potencialidades que de ser abordadas, eliminarían diferencias y dificultades en el proceso académico;  lo común es la tendencia a maximizar la diferencia y a trabajar de forma individualista  con cada alumno.
Lo anterior se aleja realmente del foco principal que propone la  psicopedagogía: el fortalecimiento de las competencias, el desarrollo de las estrategias de aprendizaje y el incremento de los procesos motivacionales; esto, abogando específicamente por los diferentes principios que le dan sustento a este tipo de intervención (posteriormente en este artículo se abordarán). El niño colombiano en general se encuentra en situación de riesgo y describir las situaciones o establecer esta clarificación,  en ocasiones se puede convertir en algo tautológico. La mayoría de los niños  con bajo rendimiento, no tienen posibilidad de acceder fácilmente a procesos de acompañamiento especializados, por un equipo de apoyo, lo que hace que se presenten deserciones escolares, bajos procesos de estabilidad en el aprendizaje, incremento de trastornos comportamentales y de aprendizaje.
Vale la pena teorizar en torno a la intervención psicopedagógica y poner  de manifiesto  la importancia de  establecer en nuestro contexto un real conocimiento acerca de este proceso, sus component

GOCONQR


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jueves, 26 de octubre de 2017

La intervención psicopedagógica

La intervención psicopedagógica en nuestro país es poco conocida por no decir poco utilizada.  Las instituciones educativas públicas   y privadas mayormente, han cobijado a especialistas como educadores especiales, psicólogos, fonoaudiólogos, terapeutas ocupacionales, para el abordaje de aquellos niños que en comparación operativa con los niños de su misma edad y nivel académico, presentan un rendimiento diferente, ya sea  superior o inferior a la media. Este abordaje no es otro que el establecimiento de una evaluación e intervención que pueden tornarse fragmentadas por la mirada de las diferentes disciplinas. Normalmente esta posición hacia el estudiante  en general  es de carácter remedial, de apoyo, de acompañamiento, etc.  Lo típico no es un abordaje propositivo (tanto en el docente como en el alumno) de  una serie de potencialidades que de ser abordadas, eliminarían diferencias y dificultades en el proceso académico;  lo común es la tendencia a maximizar la diferencia y a trabajar de forma individualista  con cada alumno.
Lo anterior se aleja realmente del foco principal que propone la  psicopedagogía: el fortalecimiento de las competencias, el desarrollo de las estrategias de aprendizaje y el incremento de los procesos motivacionales; esto, abogando específicamente por los diferentes principios que le dan sustento a este tipo de intervención (posteriormente en este artículo se abordarán). El niño colombiano en general se encuentra en situación de riesgo y describir las situaciones o establecer esta clarificación,  en ocasiones se puede convertir en algo tautológico. La mayoría de los niños  con bajo rendimiento, no tienen posibilidad de acceder fácilmente a procesos de acompañamiento especializados, por un equipo de apoyo, lo que hace que se presenten deserciones escolares, bajos procesos de estabilidad en el aprendizaje, incremento de trastornos comportamentales y de aprendizaje.
Vale la pena teorizar en torno a la intervención psicopedagógica y poner  de manifiesto  la importancia de  establecer en nuestro contexto un real conocimiento acerca de este proceso, sus componente

miércoles, 25 de octubre de 2017

La intervención psicopedagógica

La intervención psicopedagógica en nuestro país es poco conocida por no decir poco utilizada.  Las instituciones educativas públicas   y privadas mayormente, han cobijado a especialistas como educadores especiales, psicólogos, fonoaudiólogos, terapeutas ocupacionales, para el abordaje de aquellos niños que en comparación operativa con los niños de su misma edad y nivel académico, presentan un rendimiento diferente, ya sea  superior o inferior a la media. Este abordaje no es otro que el establecimiento de una evaluación e intervención que pueden tornarse fragmentadas por la mirada de las diferentes disciplinas. Normalmente esta posición hacia el estudiante  en general  es de carácter remedial, de apoyo, de acompañamiento, etc.  Lo típico no es un abordaje propositivo (tanto en el docente como en el alumno) de  una serie de potencialidades que de ser abordadas, eliminarían diferencias y dificultades en el proceso académico;  lo común es la tendencia a maximizar la diferencia y a trabajar de forma individualista  con cada alumno. 
Lo anterior se aleja realmente del foco principal que propone la  psicopedagogía: el fortalecimiento de las competencias, el desarrollo de las estrategias de aprendizaje y el incremento de los procesos motivacionales; esto, abogando específicamente por los diferentes principios que le dan sustento a este tipo de intervención (posteriormente en este artículo se abordarán). El niño colombiano en general se encuentra en situación de riesgo y describir las situaciones o establecer esta clarificación,  en ocasiones se puede convertir en algo tautológico. La mayoría de los niños  con bajo rendimiento, no tienen posibilidad de acceder fácilmente a procesos de acompañamiento especializados, por un equipo de apoyo, lo que hace que se presenten deserciones escolares, bajos procesos de estabilidad en el aprendizaje, incremento de trastornos comportamentales y de aprendizaje. 
Vale la pena teorizar en torno a la intervención psicopedagógica y poner  de manifiesto  la importancia de  establecer en nuestro contexto un real conocimiento acerca de este proceso, sus componente

martes, 24 de octubre de 2017

El “Manifiesto conductista”

El “Manifiesto conductista”


En el momento de publicar su trabajo que se ha venido a denominar “El Manifiesto Conductista” Watson tenía 35 años y trabajaba en la Universidad John Hopkins. Era una figura respetada de la psicología estadounidense y había sido reconocido como uno de los líderes en este campo a nivel internacional. Su trabajo había estado muy influido por la filosofía naturalista, por Darwin (ver Boakes, 1984) y la evolución, considerando la psicología como una ciencia natural y también como una disciplina con importantes aplicaciones sociales, en el mundo de la educación, la crianza de los niños, la familia, el trabajo, la publicidad y otros temas similares.
La psicología “objetiva” no comienza con Watson, y encontramos antecedentes en Sechenov, Pavlov y Bechterev. En Estados Unidos Thorndike y los psicólogos comparativos habían realizado importantes trabajos desde la perspectiva objetiva, no mentalista, de la psicología. Lo mismo había sucedido en Inglaterra. En Argentina José Ingenieros también se había dedicado a estudiar el comportamiento y lo mismo había hecho Piéron en Francia. Pero Watson tuvo gran impacto en la comunidad científica internacional y marcó un hito en el estudio del comportamiento, o de la psicología conductual como se ha dicho algunas veces.
Su artículo de 1913, “Psychology as the behaviorist views it” (1913) fue una crítica a la psicología mentalista y una propuesta de una perspectiva diferente, centrada en el estudio objetivo de la conducta, sin tener en cuenta la conciencia ni utilizar la introspección como método para encontrar datos válidos en psicología. Para Watson la psicología no necesitaba de la introspección ni de la conciencia, ni del alma ni de la mente, del mismo modo como la física o la química no la necesitan. Podríamos decir que la psicología que él propuso era una “psicología en tercera persona” mientras que la psicología de Wundt había sido una psicología en primera persona (el participante haciendo introspección sobre el contenido de su conciencia) y la psicología de Freud había sido una psicología en segunda persona (el terapeuta analizando las asociaciones del paciente por medio de la transferencia). Esa psicología de Watson en tercera persona era una ciencia natural, de laboratorio, sin presupuestos filosóficos especulativos.
Las críticas contra la psicología introspeccionista que formuló Watson afirmaban que para convertirse en una 

lunes, 23 de octubre de 2017

La discapacidad

La discapacidad es la condición de vida de una persona, adquirida durante su gestación, nacimiento o infancia o cualquier otra etapa de la vida, que se manifiesta por limitaciones significativas en el funcionamiento intelectual, motriz, sensorial (vista y oído) y en la conducta adaptativa, es decir, en la forma en que se relaciona en el hogar, la escuela y la comunidad, respetando las formas de convivencia de cada ámbito. La presente guía didáctica maneja los conceptos de discapacidad y describe las características del pensamiento, la movilidad y sus implicaciones educativas, con el propósito de que el instructor disponga de la información necesaria para guiar las actividades de aprendizaje del alumno con discapacidad motriz, en el mismo grupo y con la participación de sus compañeros. La función más importante del instructor es enseñar a todos los niños, incluido aquél con alguna discapacidad, lo cual exige gran compromiso e interés por asumir el reto de descubrir cómo organizar las actividades de aprendizaje acorde con las características de los alumnos. El instructor debe brindar al alumno con discapacidad elementos suficientes para el aprendizaje, la adquisición de habilidades y la adopción de conductas de adaptación que faciliten el proceso de inclusión social. Los apoyos incluyen recursos y estrategias para favorecer el desarrollo, la educación, los intereses y el bienestar personal, al igual que para fortalecer el desempeño individual y las competencias para la vida. La guía proporciona al instructor información elemental para identificar al alumno con discapacidad que asiste a su grupo, y lo orienta para que lleve a cabo las actividades educativas. Asimismo, se sugieren adecuaciones a los materiales, a los contenidos y al espacio destinado para el aula, y se dan indicaciones sobre la participación de los padres de familia en la educación de su hijo.
Inclusión educativa y sistemas de apoyo El Consejo Nacional de Fomento Educativo ha asumido el reto de brindar atención educativa a los alumnos con discapacidad, conforme al principio de equidad que significa dar respuesta diferenciada a las necesidades de cada alumno, para que logren el mejor desempeño de acuerdo con sus habilidades y capacidades; este principio también se aplica en la vida familiar, la comunidad, el trabajo, la diversión y el deporte. Se trata de aplicar la inclusión, es decir, ofrecer las mismas oportunidades de participación que tienen los otros niños de la comunidad; también los mismos derechos y obligaciones. La inclusión es un conjunto de procesos y de acciones orientados a eliminar o minimizar las barreras que dificultan el aprendizaje y la participación. El instructor debe aplicar este concepto en el aula y la escuela. El aula constituye un espacio de comunicación, relaciones e intercambio de experiencias entre alumnos e instructores, en el que todos los participantes se benefician de la diversidad de ideas, gustos, intereses, habilidades y necesidades de todos los alumnos, al igual que de la variedad de experiencias de aprendizaje que el instructor utiliza para propiciar la autonomía y promover la creación de relaciones afectivas que favorecen un clima de trabajo  estimulante. Si el instructor imprime en su práctica educativa la diversificación y el dinamismo para responder a las necesidades escolares y encuentra los satisfactores adecuados, entonces su práctica se califica como incluyente. El manejo de nuevas técnicas y procedimientos de enseñanza, el uso variado de los materiales, la organización de diferentes dinámicas de trabajo, la selección de espacios de aprendizaje y la realización de adecuaciones al programa de trabajo contribuyen a enriquecer el grupo escolar, incluido al alumno con discapacidad.

viernes, 20 de octubre de 2017

¿Cómo se diagnostica el síndrome de Rett?

¿Cómo se diagnostica el síndrome de Rett?
El diagnóstico de este síndrome se basa en criterios clínicos que fueron revisadas en 2010. Cómo se manifiesta el síndrome de Rett y como progresa varía de un niño a otro. Un médico debe considerar el síndrome de Rett, cuando la desaceleración del crecimiento de la cabeza se observa después del nacimiento. En la mayoría de los casos, el diagnóstico correcto puede hacerse a través de un análisis de sangre para identificar la mutación del gen MECP2. Pero ya que la mutación MECP2 también se puede encontrar con otros trastornos, este resultado por sí solo no es suficiente para hacer un diagnóstico definitivo del síndrome de Rett. Además, algunos niños con el síndrome de Rett no tienen la mutación MECP2. El diagnóstico ya requiere que sea un diagnóstico molecular de la mutación (una prueba de ADN), la satisfacción de los criterios de diagnóstico (este es un diagnóstico clínico, fijándose sobre la base de los signos y síntomas observables enumerados abajo), o las dos pruebas.
Existen criterios específicos de diagnóstico de atípico/variante y para típica/clásica del síndrome de Rett. Los dos requieren que el niño haga tenido un período de regresión en las habilidades de desarrollo, seguido con la estabilización y/o el mejoramiento. Un caso de síndrome de Rett clásico tendrá todos los criterios principales, mientras que las personas con síndrome de Rett atípico sólo pueden tener algunos (2 de los 4). Principales criterios se enumeran a continuación. Para el diagnóstico del síndrome de Rett atípico, al menos 5 criterios de apoyo (que se enumeran más adelante) también deben estar presentes.
Lo que sigue excluye el diagnóstico de clásica de Rett pero puede estar presente en el síndrome de Rett atípico: lesión cerebral debido a un trauma, enfermedad neurometabólica, infección grave que causa problemas neurológicos o desarrollo muy anormal en los primeros 6 meses de vida.
Criterios principales:
·         Pérdida parcial o completa de habilidades manuales intencionales adquiridos
·         Pérdida parcial o completa de la lengua hablada adquirida
·         Alteraciones de la marcha
·         Movimientos estereotipados de las manos como escurrir, exprimir, aplaudir, golpear, pronunciar o movimientos de lavar
Criterios de apoyo:
·         Trastornos respiratorios durante la vigilia
·         Rechinar los dientes cuando está despierto
·         Alteración del sueño
·         Tono muscular anormal
·         Trastornos vasomotores periféricos

·         Retraso en el crecimiento

jueves, 19 de octubre de 2017

POLITICA EDUCATIVA DEL PORFIRIATO




• De esta manera, en 1867 se promulgó la Ley Orgánica de Instrucción Pública. En ella se establecía la educación primaria gratuita y obligatoria, se excluía del plan de estudios toda enseñanza religiosa y contenía disposiciones para la educación secundaria, entre las cuales destacaba la creación, bajo los principios del positivismo, de la Escuela de Estudios Preparatorios, la cual habría de sentar las bases de la educación profesional. La ley sólo regía al Distrito Federal y a los territorios federales, pero ejerció influencia sobre las leyes estatales.
• En 1881, una de las políticas educativas fue la apertura de escuelas normales para instruir a los maestros y, a partir de ahí, expandir una educación primaria moderna, basada en una historia de México desde el punto de vista liberal que chocaba con la realidad política vivida. La educación preparatoria se fortaleció con la Escuela Nacional Preparatoria y 33 escuelas en los estados. Se crearon sociedades científicas y literarias que se encargaron de la nueva educación superior.
• Durante el porfiriato, Joaquín Baranda, Ministro de Justicia e Instrucción, convocó a dos congresos en los que se reunieron pedagogos, maestros, intelectuales y autoridades. Los resultados de estos congresos contribuyeron a definir un nuevo proyecto gubernamental de educación pública, que se consolidó con la promulgación de la Ley de Instrucción Obligatoria de 1888.
• En 1905 se creó la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, encabezada por Justo Sierra, y en 1910 empezó a funcionar la Universidad Nacional de México (cuyo titular fue también Justo Sierra), reuniendo a algunas escuelas que operaban desde 1894. En el campo, las pocas escuelas que funcionaban estaban en los pueblos y las haciendas que trabajaban en condiciones muy primitivas; por desgracia no tuvieron mayor impacto en la población. La Iglesia, por su parte, no expandió su labor educativa, sólo contaba con el 4% de los planteles existentes para 1910.
• Al final de este periodo, con la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917, se otorgó por primera vez rango constitucional al derecho que todo ciudadano mexicano tiene para recibir una educación laica, obligatoria y gratuita. Asimismo, se otorgaron mayores facultades educativas al Estado para coordinar y vigilar el funcionamiento de escuelas públicas y privadas.
• La creación de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en septiembre de 1921, se logró equilibrar un poco la desigual atención que estados y municipios brindaban a los servicios de educación. José Vasconcelos, el primer titular de esta institución
• por decreto oficial de la SEP se creó en 1925 la escuela secundaria como una nueva institución educativa al servicio de la adolescencia. Este hecho generó dos cambios importantes en el sistema educativo. Por un lado, hubo un cambio en la secuencia de estudios. Por otro lado, la confrontación del gobierno con la universidad fue un elemento central para que en 1929 la universidad obtuviera su autonomía.
• Lázaro Cárdenas en 1934 con la modificación del artículo tercero constitucional, mediante la cual, por primera vez en el texto constitucional, se estableció oficialmente una política de estado para dar un carácter socialista a la educación y obligar a las escuelas privadas a seguir los programas oficiales
• Entre 1936 y 1940 se crearon internados, comedores y becas, se impulsó la creación de escuelas vinculadas a centros de producción y se alentó la educación técnica. 

miércoles, 18 de octubre de 2017

La pedagogía

La pedagogía



La pedagogía (del griego παιδίον paidíon “niño” y ἀγωγός agōgós “guía, conductor”) es la ciencia que tiene como objeto de estudio la educación con la intención de organizarla para cumplir con determinados fines, establecidos a partir de lo que es deseable para una sociedad, es decir, el tipo de ciudadano que se quiere formar. Pertenece al campo de las Ciencias Sociales y Humanas.

Desde la antigua civilización sumeria existe constancia histórica de la valoración que tenía la escuela como un lugar del que salimos con los ojos abiertos al mundo. Siglos más tarde José Martí reconoce la esencia de la escuela como proporcionadora de protección, ambiente cálido y oportunidades de aprendizaje e iluminación intelectual. Sabater, en su obra “El valor de educar” (Editorial Ariel, Barcelona,1997), se remonta a los griegos, en cuya historia se dieron distintos modos de paideia (ideal educativo griego). Separa Sabater la educación propiamente dicha, por un lado, y la instrucción, por otro. Hace la diferencia entre la función del pedagogo y la del maestro. El pedagogo era un fámulo (criado doméstico) que convivía con los niños, tenía la tarea de instruirles en los valores de la ciudad, formar su carácter y velar por el desarrollo de su integridad moral. El maestro, para ese entonces era un colaborador externo a la familia que se encargaba de enseñar a los niños una serie de conocimientos instrumentales, como lectura, escritura y aritmética.  El pedagogo era un educador, el maestro era un simple instructor. Los griegos distinguían la vida activa, que era la que llevaban los ciudadanos libres en la polis cuando se dedicaban a la legislación y al debate político, de la vida productiva, propia de labriegos, artesanos y otros siervos. La educación brindada por el pedagogo era imprescindible para destacar en la primera, mientras que las instrucciones del maestro se orientaban más bien a facilitar o dirigir la segunda. De la historia del nombre y la profesión del pedagogo se sabe que páis era para los griegos el niño y paidagogós, el niñero, cuya función principal era conducir y acompañar al niño a la escuela. El pedagogo le entregaba el niño al maestro. Con el tiempo se refinaron los gustos y las demandas de los ciudadanos y en el mercado fue subiendo cada vez más la cotización de los esclavos destinados al cuidado y acompañamiento de los niños, cada vez se les encomendaban más funciones relacionadas con la educación integral, hasta convertirlos en preceptores; de esta manera, la palabra pedagogo adquirió un significado más amplio. Sin embargo no se fundió, ni se confundió nunca, su función (de educador) con la del maestro (instructor en disciplinas concretas). Si la condición de pedagogo despertó desde entonces los celos del maestro, siendo que era sólo un esclavo, mucho mayores fueron éstos cuando el pedagogo se convirtió en el superior jerárquico del maestro. Fue la Iglesia la que dio la oportunidad al maestro de convertirse en pedagogo, cuando entra en el sector de la enseñanza con las escuelas catedralicias, asumiendo además de la instrucción, la educación, la formación en un determinado espíritu. En la edad moderna las órdenes religiosas dedicadas a la enseñanza retomaron la acción pedagógica con una visión más moderna y fueron imitadas por los estados ante la evidencia de los resultados de dar preferencia a la educación, a la formación, a los valores. Hoy los estados asumen la formación del niño en función de la clase de ciudadano que se considera útil para el contexto actual. Sin embargo, a veces este modelo de ciudadano responde más a las necesidades de las clases dominantes.

martes, 17 de octubre de 2017

Resignificación (RSG

Resignificación (RSG)




Indudablemente la  Resignificación (RSG) es la esencia de la investigación que se abordara, ya que es un aspecto de la cotidianidad que se desea conocer  dentro de la institución de la Universidad Autónoma de Chiapas, campus IV de humanidades. Porque actualmente se vive un desconocimiento  total por los alumnos, al no saber en qué otras áreas laborales puede desempeñar sus habilidades adquiridas a lo largo de la licenciatura, es por ello que se pretenden retomar a los alumnos de pedagogía e inyectarle esa dosis de conocimiento mediante esta Resignificación (RSG) y así mismo que conozcan y aprendan de la anatomía de la educación  como primer objetivo del pedagogo mismo.
La Resignificación parte de la palabra significación

La palabra “significación” aparece utilizada solamente de una manera general, aludiendo a lo que posee “significado”, o a lo que es “importante” (significativo). Luego, a principios de la década del 50, el término empieza a relacionarse (aun vagamente) con el ámbito del sentido, del lenguaje, por lo cual aparecerá situada en el orden simbólico. Ya desde 1957, Lacan utiliza “significación” en relación directa con el concepto saussureano (con las transformaciones que son conocidas) y, por lo tanto, la pasa del orden simbólico al orden imaginario. Para Saussure, “significación” es la relación (a la vez arbitraria y necesaria) entre la imagen acústica (significante) y el concepto (significado); el significante significa su significado, aunque esto parezca un juego de palabras. Significación alude dinámicamente a lo que estáticamente, como conjunto, es el signo. Por eso Saussure la representa como dos flechas de sentido contrario, entre ambas caras del signo. La significación es un vínculo indestructible (mientras dura…): el significante y el significado son inseparables como las dos caras de una hoja de papel o de una moneda. Lacan, en cambio, afirma que la relación entre significante y significado es mucho más precaria; propone que la barra que los separa es la representación de una ruptura, de una “resistencia” a la significación, y no de un vínculo.

lunes, 16 de octubre de 2017

INTERCULTURALIDAD

INTERCULTURALIDAD



interacción cultural que consiste en una relación respetuosa entre culturas, supone que entre los grupos culturales distintos existen relaciones basadas en el respeto y desde planos de igualdad. La interculturalidad no admite asimetrías, es decir, desigualdades entre culturas mediadas por el poder que benefician a un grupo cultural por encima de otro u otros, lo que favorece la integración y la convivencia de las personas.
Objetivo General
Mejorar las capacidades teóricas y metodológicas de los actores que desarrollan, en el marco de la obra salesiana de la Patagonia argentina, acciones relacionadas con la interculturalidad y poblaciones indígenas en los ámbitos de la pastoral, la educación, la salud, etc., mediante la implementación de un curso de formación continua con soporte virtual.
Objetivos específicos
  1. Contribuir a la construcción de una sociedad intercultural desde cada uno de los ámbitos de la misión salesiana relacionados con los pueblos indígenas y las culturas diversas.
  2. La interculturalidad en la región en el campo de la educación y la formulación de políticas públicas.
  3. Promover el respeto y diálogo con las culturas de la región para evitar prácticas y concepciones coloniales que generan procesos destructivos de las culturas y pueblos de la región.


viernes, 13 de octubre de 2017

GENERO

GENERO



género hace referencia a una clasificación de individuos o cosas en las que los mismos pueden ser ordenados según sus rasgos o características particulares que los caractericen. Género, en términos de Biológicos se refiere a la identidad sexual de los seres vivos, la distinción que se hace entre Femenino y Masculino, este concepto a evolucionado a tal punto de representar cualquier referencia a ideales sociológicos, creencias y condiciones de vida, razón por la cual la palabra Genero adopto un importante significado en la vida diaria. Las pautas de un comportamiento social definen perfectamente un género, una clase, una cultura.

Objetivo principal:

Según el Informe de Brecha de Género publicado por el Foro Económico Mundial en el 2010 hay una fuerte correlación entre la brecha de género de un país y su competitividad nacional. Un factor determinante de la competitividad de un país es el desarrollo de su talento humano (los conocimientos, la educación y la productividad de su fuerza de trabajo) y las mujeres representan la mitad de la base de talento potencial en todo el mundo. Con el tiempo, por lo tanto, la competitividad de una nación depende en gran medida de cómo se educa y utiliza su talento femenino. El informe pone de manifiesto un claro mensaje a los legisladores: los países deben esforzarse por alcanzar la igualdad de género, dando a las mujeres los mismos derechos y oportunidades que a los hombres.


jueves, 12 de octubre de 2017

CULTURA PARA LA PAZ

CULTURA PARA LA PAZ


La cultura de la paz consiste en una serie de valores, actitudes y comportamientos, que rechazan la violencia y previenen los conflictos, tratando de atacar sus causas para solucionar los problemas mediante el diálogo y la negociación entre las personas y las naciones, teniendo en cuenta un punto muy importante que son los derechos humanos, pero así mismo respetándolos e incluyéndolos en esos tratados. Esta fue definida por resolución de la ONU, siendo aprobada por la Asamblea General el 6 de octubre de 1999 en el Quincuagésimo tercer periodo de sesiones, Acta 53/243.

Objetivo general:

Contribuir al conocimiento y desarrollo de los derechos humanos, los principios democráticos, los principios de igualdad entre mujeres y hombres, de solidaridad, de protección medioambiental, de accesibilidad universal y fomento de la cultura de paz.