miércoles, 1 de noviembre de 2017

Procesos socioafectivos

Desde la aparición del ser humano en el planeta, éste ha evolucionado en muchos aspectos, uno de ellos corresponde al ámbito familiar; pues, como se conoce, la familia es la célula básica de cualquier sociedad, es el principal agente de socialización del niño y la niña o punto de partida para la construcción de valores, ya que éstos no se aprenden a través de contenidos teóricos, sino que se internalizan mediante la interacción diaria y las experiencias vividas tanto en el ámbito familiar como en el entorno social; conformándose así un sistema de valores que definen al individuo como persona. Otro de los ámbitos donde se desenvuelven los niños, niñas y adolescentes es la escuela, considerada como el puente entre la familia y la sociedad, es decir, la escuela representa el espacio social que sigue a la experiencia familiar, se trata del primer escenario de carácter general en el que el niño y el adolescente, va a aprender a ser sujeto de la vida social, ya que tiene una incidencia decisiva en la formación de una sociedad solidaria. En este sentido, la escuela y sus contenidos no pueden estar desprovistos de intencionalidad y manifestaciones neutras, ambos deben influir deliberadamente en los educandos, para modificar sus conductas, moldear su conciencia y desarrollar su posición ética.
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Otilia Fernández, Petra Luquez y Erika Leal Telos Vol. 12, No. 1 (2010) 63 - 78
Además hay que tomar en cuenta que, cada día el papel formador de la familiasevadiluyendo,asumiendoeserollaescuela,dondenosolotienelaresponsabilidad de complementar o reforzar lo aprendido en el hogar, sino de subsanar la ausencia de formación, corregir o reorientar la carencia de valores reflejada en situaciones de agresión entre educandos que presentan comportamientos altamente violentos sin tener ningún tipo de escrúpulos; aunado, a la falta de respeto con los semejantes, pues la figura de autoridad no representa para los alumnos ningún ideal de ser respetado ni ejemplo a seguir. Sin duda, estos eventos reclaman con urgencia una educación que reconozcayseocupedeldesarrollointegral,armónicoyequilibradodelapersonalidadde niñosyjóvenes,sinembargo,talcomoloafirmanFernández,etal.(2009:35)“la Escuela no cumple aún las exigencias para una educación socio-afectiva porque tradicionalmente ha primado el conocimiento por encima de las emociones, sin tener en cuenta que ambos aspectos no se pueden desvincular.” En este orden de ideas, Juárez (2003) considera que aproximarse a la formación y práctica de valores humanos amerita hacerlo desde lo racional, pero también desde lo afectivo, puesto que las emociones y los sentimientos conforman un punto central de dicha formación, debido a que dinamizan el comportamiento moral individual y colectivo, además de jugar un papel importante en la toma de decisiones, conductas y juicios emitidos por la persona. Esto aun cuando es trascendental y forma parte de la personalidad del educando, es uno de los aspectos más descuidados desde el punto de vista pedagógico. Así lo demuestran los sucesos de violencia escolar que han conmovido al mundo y que apremian la formación de competencias socio-afectivas necesarias para manejar emociones y canalizar conflictos intra e interpersonales.

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